Desenterradas: Danzando en el caos (Metadona Records/Symphony of Destruction, 2021)
Hay mucho que escuchar en un silencio, más aún si transcurren cinco años entre suspiro y suspiro, porque las producciones de Desenterradas son como tal: una aspiración contenida, una evocación y un exorcismo. Se nos hace demasiado corto -10 cortes en menos de 30 minutos- y, a la par, demasiado intenso -inaprensible en una única escucha e imprescindible tras la segunda-. Tomad aire, experimentad el deseo y el alivio.
Danzando en el caos viene abalado por años de trabajo, esfuerzo y la apuesta segura de Metadona Records y Symphony for Destruction. Se presenta en dos formatos: el consabido mp3, que ya inunda toda la red, y en una cuidada edición en vinilo blanco, enfundado en carpeta de cartón serigrafiada con litografías de la bajista, y artista, Mixa Jane.
La portada presenta una textura casi imposible, mientras la contraportada parece remitir a una danza cósmica -¿qué hay más caótico que el eterno baile universal?-, como un eclipse del sol, que tiene mucho que ver con el post punk que proponen Desenterradas: retomar y reivindicar las raíces más profundas de las bandas pioneras, sean europeas o americanas, un canto y un festejo a la oscuridad, dado que nuestro interior es demasiado luminoso, porque la creatividad escondida solo puede aparecer tras la transformación. Entrar en referencias manidas no hace más que ensombrecer un trabajo formidable, que aporta un factor determinante: la arrebatadora personalidad de un proyecto musical nacido desde la amistad por y para crear, para mostrar y para evolucionar.
Otro acierto formal de la edición es el inserto con las letras de las canciones. A pesar de ser totalmente comprensibles por el excepcional trabajo vocal de Dana Sioux, interpretación y dicción, junto a los coros melódicos de Tere y Nena -especial atención en La Madrugada y Tumbas-, descifrar los entresijos de los diez temas no se puede tomar a la ligera.
La escucha del disco remite al juego continuo del título: por un lado se puede consumir, devorar sin miramiento, sin pausa, con una escucha casi automática, ya que no dejan espacio a la pausa en favor de una base rítmica ritualística, compacta y bailable de la mano de Mixa y Makrin; pero por otro lado la trampa radica en que los textos están cuajados de imágenes, de mensajes deudores del spleen más esencial en tanto que salvaje, visceral, oculto en composiciones directas, sencillas, que no simples, que guardan grandes líneas de arreglos y melodías bajo la barrera de distorsión proporcionada por las guitarras, gracias a una cuidada producción.
Esto se percibe con claridad en las versiones de tres de los temas que conformaban su maqueta (Sangre Azul, S.A. 002, 2015) –Consecuencias, Vínculos (del mal) y Parálisis del sueño-, devueltos a la luz tras el viaje de seis años como clásicos inmortales de la historia del postpunk, ejemplos palpables de la madurez de la banda, de una evolución meditada.
Al mismo tiempo la ingente cantidad de información basada en varias corrientes filosóficas se remata con la lapidaria frase: “todo va mal”, cantada a coro y cerrando a capella el tema Tumbas, el más alejado de la formalidad oscura, una receta prestada de Siouxsie and the Banshees: evidenciar y expresar el mensaje más inspirado y más vital, disfrazado con las líneas musicales más bailables y luminosas -por melódicas, rayando el pop trágico-.
Dejando de lado otras consideraciones particulares sobre cada uno de los temas, el resultado del conjunto es más que sobresaliente, y por ende podría colarse, sin problemas, entre los diez indispensables de la historia del post punk europeo.
Esperamos más material de Desenterradas antes de un nuevo ciclo de seis años. Y sobre todo que la diosa Fortuna favorezca a las audaces con más conciertos.
¡Madrugada, ten piedad!
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